A la fecha:
1. Dormir
2. Comer
3. Coger

En ese orden.

Hace cuestión de 4 años tomé la decisión consciente de no trabajar bajo el régimen oficinista (esto es: lunes a viernes de 9 a 18, en el mismo ambiente y haciendo las mismas tareas todos los santos días). Por este motivo he logrado evitar moverme con el grueso de "la masa trabajadora" que ingresa a la capital entre las 7 y las 10 de la mañana colmando cuanto transporte público haya.
Lamentablemente, de tanto en tanto, por situaciones diversas me toca entrar en esta franja y tener que sumarme a ser uno más del movimiento "viaje peor que las vacas que van a Liniers". La violencia que se genera en mi en esos momentos es insoportable y francamente no entiendo cómo es que no hay más gente que se mate a trompadas en esta maldita ciudad. Hoy me toca en suerte estar arriba desde las 7 pero -por fortuna- sin urgencias de horarios lo que me permite tomarme un desayuno tranquilo mientras pierdo mi vista por la venta del bar.
Empiezo a pensar que mi odio intrínseco a La Mañana no tiene que ver en sí con el momento del día si no con la gente y las actitudes humanas devenidas de la vida moderna en las grandes urbes. Francamente, de no tener que estar pensando que uno llega tarde a algún lado, o que le faltan datos para ese informe que le pidió el jefe, o -simplemente- que no va a tener que soportar la respiración en la oreja de esa gorda conchuda que lo empuja a uno para bajar en Catedral (como si en eso se le fuera la vida), las mañanas no están tan mal.
Odio admitirlo, pero al final toda esa conchudez de creativos publicitarios palermogolicos que piensan en taglines para alimentos lights de "vivir más despacio esta bueno" parece ser cierto.
Me tengo que mudar al campo (aprovechando la derogacion de la 125 ;) ).

Diría el retornado Vicentico: "yo te avisé y vos no me escuchaste"

¿Quién está detrás de Facebook, el portal de los amigos?