sábado, enero 28, 2006
Inocencia Perdida
Hoy en VH1 dieron el documental "Metallica: somekind of Monster". Ver a los héroes de mi adolescencia llorando en un sofá (sobre todo la parte con Mustaine)en medio de una terapia de grupo fue como cuando mi vieja me dijo que los Reyes eran ellos mismos.
domingo, enero 15, 2006
Perdido por perdido
Supongo que a más de uno le habrán cagado el año. Pero para mi, estos pibes son una verdadera muestra de profesionalismo argentino.
Y además -dejémonos de joder-: con lo bien que la hicieron, cómo no nos pueden caer bien?
Y además -dejémonos de joder-: con lo bien que la hicieron, cómo no nos pueden caer bien?
viernes, enero 13, 2006
La Décadence
En la vida de todo hombre hay dos puntos bizagra que marcan que la juventud es -realmente- un divino tesoro. Uno es leer el prospecto del Citrato de Sildenafil (Viagra para los amigos). El otro es aprenderse las formas de aplicación del Minoxidil.
Yo ayer pasé por uno de los dos.
Yo ayer pasé por uno de los dos.
martes, enero 10, 2006
Medical days
El trabajo hizo que enero sea un mes de vacaciones forzadas asi que decidí hacer lo que nunca hago: visitar a los médicos. En alguna oportunidad (no esta) profundizaré mi...cómo decirlo..enemistad? (no llega a tanto como para odio) con los hombres de guardapolvo blanco y estetoscopio. Hete aqui las experiencias del dia de la fecha:
El ninguneador profesional
Soy un convencido de que los dermatólogos son aquellas personas que se acercaron a la medicina, no por un amor a la profesión sino por motivos ulteriores. En el caso de las mujeres, son cosmetólogas cuyo ego no se bancaba no tener un título académico. Por el lado de los hombres, tuvieron la obligación familiar de cargar con el "mi hijo es doctor" pero la verdad es que a ellos les hubiese gustado ser cualquier cosa menos médico. Entonces eligen dermatología que es con la que mejor pueden caretear su falta de interes.
Como consecuencia de lo antes expuesto, las consultas con los susodichos nunca superan los 10 minutos: tiempo suficiente para que la dermis afectada del paciente pose bajo la "experta" lupa del matasanos y luego este recete una loción o unguento.
El paciente -que en este caso vengo a ser yo- se pregunta en ese momento si es posible que todos los problemas de la piel puedan ser tan arquetípicos como para que el sujeto en cuestión diagnostique "a ojo de buen cubero" (ya estoy registrando "a ojo de buen dermatologo")y sin más preguntas aplique el canje con el laboratorio de su agrado. Es ahi donde, como para justificarle a la obra social la consulta,
el afiliado intenta una repregunta del estilo "pero....ud. dice que esto no..." que es ninguneada sistemáticamente por el "profesional". No queda más que agarrar las ordenes de medicamentos y agradecerle por su labor.
Lo que si resulta un dato curioso es buscar una segunda opinión. No habrá 2 dermatólogos que coincidan y, por lo general, uno desestimará la respuesta del otro.
Dando examen (físico)
Ergometría. La palabra se plasmó en la hoja de órdenes de estudios luego de mi respuesta negativa a la pregunta "te hiciste un electro alguna vez?". Mi master en todología me indicaba que algo tenía que ver con el rendimiento aeróbico, pero hasta ahi llegaba mi conocimiento. Las sospechas se fueron confirmando cuando la mujer que otorgaba los turnos para dicho análisis me dijo: "véngase con ropa cómoda, como para hacer ejercicio". Ahi estaba yo en plena sala de espera de uno de estos centros de Altos Estudios menemistas en pleno outfit deportivo (soy un tipo muy obediente) esperando ser llamado cuando ocurrió: del consultorio donde me estaban llamando salía Lucas Pusineri (jugador de futbol, 24 años, actual incorporación riverplatense, rico guacho). Sufriendo el síndrome de "the before picture" le dije al técnico ni bien ingresé al recinto: "uff...que presión hacer esto después de Pusineri", a lo que el muchacho asintió con la cabeza y con una sonrisita que -para mi paranoia personal- escondía un "vos no clavás ni un 1% de lo que hizo el Pusi". Wrrooongggg! eso no se le hace a un cabrón del qué diran. Para que se imaginen el estudio en cuestión lo mejor es pensar la típica escena del The Six Million Dollar Man (el Hombre Nuclear por estos pagos) corriendo todo cableado sobre una cinta, pero sin Lee Majors y sin cinta (bicicleta fija instead). Cada 2 minutos de ejercicio, el muchacho a cargo iba aumentando la intensidad y anotando mis pulsaciones y otros datos. Viendo cómo venía la mano y cuál era mi estado la empecé a cancherear dándole charla al sujeto de guardapolvo y preguntándole cosas. Y ese fue el fin: el display de potencia se puso en 250 y jamás pude mantener una velocidad constante. Por más que la tratara de caretear intentando mantener un diálogo, el jadeo entre sílaba y sílaba me delataba (y debe haber sido crítico porque en cierto punto el hombre se avalanzó sobre el aparto y bajó el ritmo casi a cero). Con el aliento recuperado traté de aceptar la derrota de la manera más honrosa: "y hasta cuánto da esta máquina?", pregunté. "250 es el máximo", me contestó. "Ah! entonces no estuve tan mal", repliqué orgulloso. "Si, pero bueno, viste Pusineri, el estuvo en 250 como si nada y mientras me contaba que a la mañana había estado entrenando y no se qué mas". Game, set y partido para el deporte profesional.
El ninguneador profesional
Soy un convencido de que los dermatólogos son aquellas personas que se acercaron a la medicina, no por un amor a la profesión sino por motivos ulteriores. En el caso de las mujeres, son cosmetólogas cuyo ego no se bancaba no tener un título académico. Por el lado de los hombres, tuvieron la obligación familiar de cargar con el "mi hijo es doctor" pero la verdad es que a ellos les hubiese gustado ser cualquier cosa menos médico. Entonces eligen dermatología que es con la que mejor pueden caretear su falta de interes.
Como consecuencia de lo antes expuesto, las consultas con los susodichos nunca superan los 10 minutos: tiempo suficiente para que la dermis afectada del paciente pose bajo la "experta" lupa del matasanos y luego este recete una loción o unguento.
El paciente -que en este caso vengo a ser yo- se pregunta en ese momento si es posible que todos los problemas de la piel puedan ser tan arquetípicos como para que el sujeto en cuestión diagnostique "a ojo de buen cubero" (ya estoy registrando "a ojo de buen dermatologo")y sin más preguntas aplique el canje con el laboratorio de su agrado. Es ahi donde, como para justificarle a la obra social la consulta,
el afiliado intenta una repregunta del estilo "pero....ud. dice que esto no..." que es ninguneada sistemáticamente por el "profesional". No queda más que agarrar las ordenes de medicamentos y agradecerle por su labor.
Lo que si resulta un dato curioso es buscar una segunda opinión. No habrá 2 dermatólogos que coincidan y, por lo general, uno desestimará la respuesta del otro.
Dando examen (físico)
Ergometría. La palabra se plasmó en la hoja de órdenes de estudios luego de mi respuesta negativa a la pregunta "te hiciste un electro alguna vez?". Mi master en todología me indicaba que algo tenía que ver con el rendimiento aeróbico, pero hasta ahi llegaba mi conocimiento. Las sospechas se fueron confirmando cuando la mujer que otorgaba los turnos para dicho análisis me dijo: "véngase con ropa cómoda, como para hacer ejercicio". Ahi estaba yo en plena sala de espera de uno de estos centros de Altos Estudios menemistas en pleno outfit deportivo (soy un tipo muy obediente) esperando ser llamado cuando ocurrió: del consultorio donde me estaban llamando salía Lucas Pusineri (jugador de futbol, 24 años, actual incorporación riverplatense, rico guacho). Sufriendo el síndrome de "the before picture" le dije al técnico ni bien ingresé al recinto: "uff...que presión hacer esto después de Pusineri", a lo que el muchacho asintió con la cabeza y con una sonrisita que -para mi paranoia personal- escondía un "vos no clavás ni un 1% de lo que hizo el Pusi". Wrrooongggg! eso no se le hace a un cabrón del qué diran. Para que se imaginen el estudio en cuestión lo mejor es pensar la típica escena del The Six Million Dollar Man (el Hombre Nuclear por estos pagos) corriendo todo cableado sobre una cinta, pero sin Lee Majors y sin cinta (bicicleta fija instead). Cada 2 minutos de ejercicio, el muchacho a cargo iba aumentando la intensidad y anotando mis pulsaciones y otros datos. Viendo cómo venía la mano y cuál era mi estado la empecé a cancherear dándole charla al sujeto de guardapolvo y preguntándole cosas. Y ese fue el fin: el display de potencia se puso en 250 y jamás pude mantener una velocidad constante. Por más que la tratara de caretear intentando mantener un diálogo, el jadeo entre sílaba y sílaba me delataba (y debe haber sido crítico porque en cierto punto el hombre se avalanzó sobre el aparto y bajó el ritmo casi a cero). Con el aliento recuperado traté de aceptar la derrota de la manera más honrosa: "y hasta cuánto da esta máquina?", pregunté. "250 es el máximo", me contestó. "Ah! entonces no estuve tan mal", repliqué orgulloso. "Si, pero bueno, viste Pusineri, el estuvo en 250 como si nada y mientras me contaba que a la mañana había estado entrenando y no se qué mas". Game, set y partido para el deporte profesional.
domingo, enero 08, 2006
Hipocresía Gráfica
Los editores de medios gráficos coincidirán en que el periodismo siempre debe estar tras la primicia, la novedad, lo nunca se dijo –o en este caso- nunca se escribió.
Me pregunto entonces: no será ya hora de que alguien escriba una nota sobre narcóticos seria y dejen de publicar las típicas crónicas con olor a Miroli en donde se suben al caballo del “miren cómo se arruinan la vida sus hijos”.
Me pregunto entonces: no será ya hora de que alguien escriba una nota sobre narcóticos seria y dejen de publicar las típicas crónicas con olor a Miroli en donde se suben al caballo del “miren cómo se arruinan la vida sus hijos”.
Claro de luna
La sonata No. 14 en Do sostenido menor para piano de Beethoven es también conocida como “Moonlight”. Como todas sus obras, esta pieza es también una genialidad y una clase magistral sobre cómo la belleza de lo sencillo es –a veces- suficiente para transmitir tan intensos sentimientos.
Después de escucharla hasta el hartazgo durante días, se me dio por buscar la partitura en la red e intentar hacer una interpretación aproximada. Para mi sorpresa, la composición (que a primera escucha parece sencilla) tenía una complejidad técnica inusitada. La ejecución en cuestión me frustró consecuentemente (sabido es que mis conocimientos de piano son puramente empíricos) y la sonata se convirtió en una obsesión.
Ayer, mientras caía la lluvia sobre mi ventana, disfrutaba tendido en mi cama de la interpretación de Moura Lympany de dicha melodía. Ahí me di cuenta que lo que me ocurría con Moonlight podía compararse con mi relación con las mujeres. Siempre me siento atraído por aquellas de belleza simple, de mirada franca pero que advierte una complejidad ulterior. Con ellas también tengo la sensación de poder “interpretarlas”, de abordarlas, dar en la tecla y llegar al fondo de la intención de la melodía. Pero indefectiblemente me topo con algún aspecto inescrutable que se presenta como una traba fundamental para lograr que la obra suene de la manera que debería. Entonces me empecino en resolverlo pero nunca logro que el sentimiento resguardado en las notas supere mi eneptitud técnica. Y asi, entre obsesión y frustración el tiempo pasa y termino por aceptar que es mejor disfrutar de una interpretación ajena.
Después de escucharla hasta el hartazgo durante días, se me dio por buscar la partitura en la red e intentar hacer una interpretación aproximada. Para mi sorpresa, la composición (que a primera escucha parece sencilla) tenía una complejidad técnica inusitada. La ejecución en cuestión me frustró consecuentemente (sabido es que mis conocimientos de piano son puramente empíricos) y la sonata se convirtió en una obsesión.
Ayer, mientras caía la lluvia sobre mi ventana, disfrutaba tendido en mi cama de la interpretación de Moura Lympany de dicha melodía. Ahí me di cuenta que lo que me ocurría con Moonlight podía compararse con mi relación con las mujeres. Siempre me siento atraído por aquellas de belleza simple, de mirada franca pero que advierte una complejidad ulterior. Con ellas también tengo la sensación de poder “interpretarlas”, de abordarlas, dar en la tecla y llegar al fondo de la intención de la melodía. Pero indefectiblemente me topo con algún aspecto inescrutable que se presenta como una traba fundamental para lograr que la obra suene de la manera que debería. Entonces me empecino en resolverlo pero nunca logro que el sentimiento resguardado en las notas supere mi eneptitud técnica. Y asi, entre obsesión y frustración el tiempo pasa y termino por aceptar que es mejor disfrutar de una interpretación ajena.
domingo, enero 01, 2006
Bien por mi
Siendo el 01/01/06 a las 13.55 concluyo: prefiero estar recién yendome a dormir a tener que estar llegando a la casa de los padres de mi novia para tener el almuerzo de año nuevo.